Va bien en sartenes de verduras, empanadas, en muesli y también cuando se muele en masa de galletas: el amaranto, con su sabor ligeramente a nuez, se puede usar de muchas maneras. Pero puede haber recorrido un largo camino.
Porque los granos pequeños, que por cierto no son granos sino que pertenecen a la familia de la cola de zorra, no solo fueron un alimento básico de los mayas, incas y aztecas durante miles de años.
Todavía se cultivan principalmente en América del Sur y Central en la actualidad, y se transportan desde aquí a Alemania.
Dado que ahora también hay amaranto de Europa en el mercado, el centro de asesoramiento al consumidor de Bremen aconseja prestar atención a la información sobre el país de origen en el paquete al comprar el pseudo-cereal.
De esta manera, se pueden evitar rutas de transporte largas y dañinas para el medio ambiente.
Amaranto: Así se prepara el superalimento
Antes de cocinar, los cereales sin gluten deben enjuagarse para que pierdan su amargor. Luego se prepara el amaranto de manera similar al arroz: se deja cocer a fuego lento de 20 a 25 minutos, preferiblemente en el doble de agua.
Al hornear, la harina de amaranto se debe mezclar con harina normal o maicena sin gluten. De lo contrario, la masa de galletas o pan no crecerá correctamente, según el centro de asesoramiento al consumidor de Bremen.
Por cierto: Con alrededor de 15 gramos de proteína por cada 100 gramos, el amaranto es una buena fuente de proteína. A modo de comparación: el trigo integral contiene alrededor de 12 gramos de proteína por cada 100 gramos, el arroz alrededor de 7 gramos.
Sin embargo, el contenido de grasa del pseudo-grano es ligeramente superior al del grano convencional.